APORTE DIDACTICO – REFLEXIVO

26 de marzo de 2020

EN TIEMPOS DE PANDEMIA, RECUPEREMOS LA PALABRA.

Ante una situación inédita como la que nos toca vivir, es nuestra intención, como Gremio, aportar para que el tránsito por la misma sea desde un lugar de construcción colectiva.

La palabra, como elemento constructor, juega hoy un rol preponderante.

Cuando decimos “poner en palabras…” estamos abriendo la posibilidad de poner al descubierto nuestra interioridad.

 Todos necesitamos hacerlo, hoy, más que nunca. Para que el exceso de información, la incertidumbre y los miedos no adormezcan nuestras mentes. Porque nosotros, los adultos, tenemos que estar lúcidos para que nuestros niños puedan JUGAR CON LA PALABRA, ESE HERMOSO JUEGO DE LA INFANCIA.

Cuidarnos entre todos, ha sido y será NUESTRO LEMA.

Cuidar la integridad de nuestros niños y niñas, la Misión.

La literatura, la llave para abrir la puerta para ir a jugar….

Comparto REFLEXIONES “DE CORONAVIRUS Y OGRONTES” , basadas en el cuento : “Irulana y el ogronte” ( de Graciela Montes*), acercadas por Mónica Castaño**

 * Reconocida escritora, argentina especializada en Literatura infantil y también traductora.

**Psicóloga – Investigadora Educativa UNR-  Coordinadora de talleres de formación docente en AMSAFE San Martín.

De Coronavirus y  Ogrontes1 

 Cuando suceden conmociones sociales recurro a la literatura infantil.  

Será porque en ella leo fantásticamente que en un lugar (otro) lejano podemos ubicar la angustia, la preocupación por la muerte, pero también la certeza del final feliz. Tal como dijo Bettelheim (1976) 

En estos días he recordado insistentemente un cuento de Graciela Montes “Irulana y el Ogronte (https://bpcd-gracielamontes.blogspot.com/2013/05/cuento-irulana-y-el-ogronte-de-graciela.html) 

El cuento comienza con una advertencia: les aviso que es un cuento de miedo. Y el miedo, creo que hoy, en la vida real parece de cuento.  

Encuentro muchas similitudes con la situación actual que estamos atravesando. 

En el relato dice que hay pueblos que tienen Ogrontes (Coronavirus podríamos pensar) y otros pueblos que no, y los que lo tienen, intentan hacer todo lo posible para no molestarlo (aislamiento) y que no se enfade (propague) 

Todxs en el pueblo corren (están en peligro lxs adultxs) salvo una niña (la autora no sabe explicarlo, así como tampoco nos explican por qué lxs niñxs no son fatales destinatarios del virus).  

Ella queda sola en un banquito verde (como tantxs en sus hogares)  

En el cuento no queda nada, sólo la oscuridad.  

En la vida real parece que ellxslxs niñxs no corren peligro por que el virus no les afecta. Es más, hasta son consideradxs portadores peligrosos para lxs adultxs mayorxs sobre todo Y así, quedan Irulanas ailadxs de sus afectos (tíxsabuelxsprimxsamigxs).  

Y en esa gran preocupación por lxs que se pueden infectar y estar complicadxsen la preocupación por esxs otrxsolvidamos o no nos damos cuenta que lxs niñxs les dejamos solxs frente a adultxs que corren deseseperadxs, angustiadxs y con mucho miedo.  

Me parece poético cómo Graciela Montes resuelve el cuento y cómo nos puede dar la clave para nosotrxs lxs adultxs en la vida real 

Ella, la autora, le entrega la máxima potencia al nombre.  

Y la niña lo grita y se salva en el cuento. 

Podemos decir, una vez más, que el nombre propio es lo singular y a su vez lo social, el nombre propio nos lo ha dado el otrx, para unx con otrxs 

Si hay un nombre porque hay otrx que nombra y acá se introduce la figura del lector/a que escucha esa potencia en el cuento, ese nombre que se transforma en el arma con el cual Irulana salva al cuento, al pueblo y a ella también. En el grito hay alguien que escucha, lector/x.  Es por esa escucha, que el nombre atrapa y encierra al Ogronte. Si no, veamos cómo la autora del cuento nos interpela a lxs lectorxs para fundamentar semejante posibilidad fantástica: “Prueben, si no, de decir una palabra importante, una sola, en medio de la noche oscura y al lado de un ogronte…” No dice una palabra solamente, dice una palabra importante.  

 

Quiero decir, luego de leer “Irulana y el Ogronte”, pienso que puede haber niñxs que se encuentren en un cuento de miedo como Irulana,  y que somos  lxs adultxs lxs que tenemos que estar a la altura de las circunstancias para leer y ayudarles para que griten sus nombres, palabras importantes que iluminen la oscuridad, que nos cuenten sus historias, sus letras con miedos y fuerzas, para que puedan enterrar a los Ogrontes y comenzar otros cuentos, que no sean de miedo como éste que estamos pasando. Como cierra Graciela Montes: para que haya otro cuento, seguro que no sea de miedo.