Los pueblos indígenas de Abya-Yala reivindican al 12 de octubre como el comienzo de la resistencia, así como afirman que el 11 fue el último día de libertad. Así lo afirman innumerables evidencias. En el mismo momento en que comenzó la conquista comenzó la rebelión y las distintas formas de expresarla. Son dimensiones inescindibles del mismo hecho. Es hora de que nos demos cuenta.
En la larga historia de relaciones entre pueblos indígenas y no indígenas, lo que ha habido por parte de los primeros fueron distintos momentos de hacer silencio, de visibilizarse, de idear estrategias diversas mientras aprendían a moverse en dos mundos, el propio y el impuesto. Pero sea por el diálogo, por los hechos observables o por las investigaciones históricas, es evidente que más que resignación, de lo que hay que hablar es de táctica y estrategia, de una política de la resistencia, de una filosofía política dicen algunos antropólogos y filósofos, relativa a cómo moverse entre esos dos mundos, para disminuir o para revertir las relaciones de dominación.
En educación, en Argentina, los indicios son muchos. Acción política atada indisolublemente a la lucha por el territorio, en la que perseveran, generación tras generación. “Antes la lucha era con las armas, ahorita la lucha está en los discursos, por ahí pasa”, nos dice un miembro del Pueblo Wichí del Chaco argentino que también nos regaló una bella expresión: que siguen luchando “con la dulce rabia de rebelarse a lo injusto”. Y nos ofreció una esperanza. Él no desconoce en absoluto que este es un tiempo terrible para la humanidad, pero también encuentra que es un tiempo donde se está más dispuesto a escuchar, a escucharlos, y a encontrarnos en lo que somos y valemos, que es un tiempo de caminar hacia la unidad en la diversidad. En eso andamos, para eso estudiamos, enseñamos, escribimos, luchamos, pensamos y amamos.
La escuela pública lucha, resiste y sueña. Siempre.
Teresa Laura Artieda